La generación de los niños blanditos

¿Qué son?

Los niños blanditos son el fruto del estilo educativo de padres sobreprotectores.
Niños, a los que los padres les llevan la mochila al colegio, la agenda escolar con los deberes, que le acaban el proyecto de ciencias, que antes de que se caigan ya los están levantando… y un sinfín de situaciones más en la que los padres se empeñan en que sus hijos no sufran, evitándoles, en la medida de lo posible, los errores y las consecuencias negativas. Pero, ¿ La vida realmente es así? ¿Qué pasará cuando se tengan que enfrentar a la realidad? ¿También iremos con ellos a la universidad para llevarles la agenda?

Aunque parezcan hechos aislados y sin importancia, que más de un padre ha hecho alguna vez, esté estilo parental, en el que, educamos a nuestros hijos minimizando su autonomía y provocando una ausencia de carácter para enfrentarse a frustraciones y problemas en su vida cotidiana, hace que se conviertan en niños con poca autonomía, falta de autoestima y ausencia de responsabilidades. Niños que, carecen de iniciativa, muestran poco interés por enfrentarse a nuevas situaciones, y se centran solo en sus propios intereses y deseos.

¿Cómo hacer que mi hijo no sea un niño blandito?

– Animar a los niños a que se enfrenten a situaciones nuevas, y premiarlos y reforzarles por su esfuerzo no por el resultado.
Prestar ayuda cuando sea imprescindible. No adelantarnos a las situaciones. Observemos, Realmente nuestro hijo es capaz de resolver los problemas por sí solos. Cuando lo hacen y lo consiguen les genera muchísima más satisfacción y aumenta su autoestima.
– Darles responsabilidades adaptadas a su edad.

 

Y os preguntareis… Entonces ¿No le ayudo nunca?

No hay que confundirnos, darles la oportunidad a nuestros hijos de que resuelvan los problemas por si solos no significa que como padres no estemos abiertos a ayudarlos en el momento preciso y que lo necesiten. Primero dejaremos que lo intenten ellos, en el caso de que no lo consigan o no quieran hacerlo siempre contaran con nuestra ayuda, intentando que participen en todo el proceso y premiando siempre el esfuerzo y no el resultado.

A veces no somos conscientes de lo capaces que son nuestros hijos de resolver pequeños problemas, el que los padres le solucionen todos los problemas que puedan encontrarse hace que los errores como fuente de aprendizaje desaparezcan, y eso da lugar a niños con baja tolerancia a la frustración o con miedo al fracaso.

 

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